Hija de padres andaluces pero
nacida en Barcelona, nunca se ha considerado catalana. A los doce años se
instaló en Sevilla y recuerda con cariño cómo la acogieron y cómo se integró en
la vida de esta ciudad a la que adora. De aspecto impecable y trato cercano, es
una persona enérgica, simpática, extravertida; la perfecta anfitriona. Expresiva
y natural, una gran comunicadora que poya su discurso seseante en gestos que
transmiten entusiasmo cuando habla de su profesión, el periodismo, y en
especial de la televisión que es su “gran pasión”. Es el contrato número uno de
Canal Sur. Empezó a trabajar antes de terminar la carrera y sigue sintiendo “la
varicela del periodismo” como el primer día.
Inmaculada Casal |
La mayor parte de su carrera la
desarrolla en Canal Sur Televisión.
Sí, la verdad es que soy el contrato
número uno de Canal Sur. Haciendo el programa Andalucía Junta me dijeron que se iba a montar la Radio Televisión Andaluza y
me presenté a las oposiciones de redactora. La verdad
es que saqué muy buena nota, no porque fuera muy lista, es que aquí
había muy poca gente con experiencia en televisión. Yo siempre digo que he
echado los dientes en la tele.
Hábleme un poco de su trayectoria
en Canal Sur.
Yo entré en sociedad, he presentado y editado
informativos, he hecho casa real y he acompañado a los Reyes
en sus viajes. He sido enviada especial porque siempre se me ha
dado muy bien el directo y las cámaras, además de que
me encantaba viajar y siempre que había que mandar a alguien a algún
conflicto me mandaban a mí. He viajado con Canal Sur, cuando
había dinero para viajar, por todo el mundo. Después en
tribunales estuve casi tres años y estudié dos años de derecho
porque me encantó este tipo de informaciones y quería
especializarme. Porque yo creo que en periodismo
sabemos un poco de todo pero lo bueno es que aparte nos
especialicemos en algo. Tú tienes que ser primero periodista
pero aparte saber mucho o de política o de tribunales o
de sociedad o de medio ambiente, porque lo que se exige ahora es
la especialización en lo que sea.
¿Cómo pasa de ser jefa de la
sección de tribunales a hacer crónica social?
Pues, porque
tribunales hice casi 3 años hasta que un día le dije al jefe
que no podía más, y es que yo me implico mucho en todo lo que
hago y me apetecía cambiar y hacer una crónica amable.
La respuesta de su jefe…
Me dijo: ¿Tú estás loca? ¿Cómo vas a hacer corazón? Le
expliqué que se trataba de contar cosas agradables de Andalucía. Le presenté el
proyecto de Contraportada, al principio duraba cinco minutos, se trataba
de noticias curiosas, originales. Presentaciones de discos o entrevistas, todo
lo que es la contraportada de un diario, y luego tuvo tanto éxito que se
convirtió en un programa de una hora. Después hice De Lujo, un programa que dirigía y presentaba y con el que disfruté mucho.
Sus programas se distinguían por
el trato amable que les daba a los personajes…
Yo siempre he dicho que las cosas se
pueden hacer de muchas formas, se puede preguntar de todo,
además un periodista tiene que preguntar de todo, pero depende de
cómo lo preguntes. Lo que no te guste que te hagan a
ti no se lo hagas a los demás. Esa siempre ha sido mi premisa
para todo lo que he hecho.
¿Qué piensa de que los programas
del corazón tengan tanta audiencia?
Creo que falta cultura en España. Yo antes aprendía
con la tele y ahora me pongo a verla y salen programas como Gran Hermano en
el que le preguntan a la gente con 20 años qué quieren ser y dicen que quieren
ser famosos. Yo pienso que vamos para atrás y creo que lo que falla es la cultura.
Los hogares están más desintegrados, la gente está tirada todo el día viendo la
tele en vez de estar estudiando y preparándose. Ese tipo de gente que vive
alienada, que no tiene ilusión por nada, pues a lo mejor disfruta viendo que
hay personas a la que aunque sean famosas, ricas y salgan en la tele, los están
criticando.
¿Qué opina de que en algunos
programas de televisión los periodistas actúen como personajes y viceversa?
Que
la culpa es nuestra. A mí no se me ocurriría en la vida sentarme
en un programa y tener como compañero a un “friki”, por
mucho dinero que me dieran. No por nada, no porque yo me
considere más que nadie pero me parece muy triste que cualquiera pueda trabajar
como periodista.
¿Cree que existe más intrusismo
en el periodismo que en otras profesiones?
Pues sí, y por eso yo le dije a mi
hija: Ni se te ocurra estudiar periodismo. Estudia lo que
sea para cultivarte y podrás trabajar como periodista. Lo que
ocurre es que una cosa es ser periodista y otra es ser comunicador, porque
puedes escribir muy bien, montar vídeos, entender de radio todo lo del mundo,
pero a lo mejor no puedes ponerte delante de un micrófono porque no tienes
facilidad de palabra. Lo mismo ocurre con la televisión, hay gente que cuando
se enciende la cámara se pone de los nervios y es incapaz de hacer un directo.
Hay programas que puede presentar cualquiera que entienda del tema, como un
musical, pero esa persona no puede dirigirlo, ni hacer una escaleta, para todas
esas cosas se necesitan periodistas.
¿Qué ve en TV?
Yo siempre he sido una enamorada de la televisión
pero realmente cada día me gusta menos. Aunque sigue siendo un mundo fascinante
en el que se pueden hacer muchísimas cosas con ilusión y, sobre todo, llegar a
un montón de gente a la que de otra forma no podrías llegar.
¿Cuál ha sido la noticia más dura
que ha tenido que dar?
La muerte de Alberto y Ascen en
Sevilla a manos de ETA. Además los conocía personalmente y me
cogió dentro del informativo. Y lo de Rocío Jurado porque yo
tenía una relación personal con ella y era una muerte
anunciada. Me pasaba toda la noche con el teléfono puesto. Para
un periodista es horroroso tener que contar una muerte ante una cámara.
¿Y La mejor?
Cuando escogieron a Sevilla para celebrar la
Exposición Universal del 92. También disfruté mucho retransmitiendo la boda de
la Infanta Elena, me emocioné mucho. ¡Vamos que lloré como si yo fuera la
madrina!
La que le gustaría dar...
Que se acabó la crisis y que hay una solución para
el cáncer.
Una reflexión...
Que ante todo hay que ser persona. Y que los
periodistas tenemos que ser responsables porque en nuestras manos tenemos el
poder de la información y muchas veces no sabemos el mal o el bien que podemos
hacer con solo tres líneas
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